1.- LAS ABERRACIONES SEXUALES
Con respecto a las desviaciones respecto al objeto sexual, se refiere a las personas que tienen como objeto sexual a una persona del mismo sexo, a quienes se les denomina homosexuales o invertidos, que como primer juicio era un signo congénito de degeneración nerviosa. Existen los invertidos absolutos, quienes tienen como objeto sexual a personas de su mismo sexo, nunca el sexo opuesto, son incapaces de realizar el acto sexual normal o no experimentan placer. Los invertidos anfígenos, tienen como objeto sexual a uno u otro sexo. Los invertidos ocasionales, pueden tener como objeto sexual a una persona de su mismo sexo y hallar satisfacción en el acto sexual con ella. Se puede ver desde dos puntos de vista: degeneración e innatismo. La primera se da por influencias accidentales que pueden explicar la adquisición, siendo todos los síntomas psicopatológicos que no son de origen traumático o infeccioso y la segunda donde una persona trae ya establecido al nacer la conexión de su instinto sexual con un objeto sexual predeterminado, se ha considerado para los invertidos absolutos que no han tenido otra distinta dirección del instinto sexual; una opinión contraria a esta es que la inversión es un carácter adquirido del instinto sexual. La bisexualidad señala que el ser humano puede ser hombre o mujer, existiendo un hermafroditismo anatómico y otro psíquico. En los invertidos se puede encontrar una disminución del instinto sexual y ligeras atrofias anatómicas de los órganos. La teoría del hermafroditismo psíquico supone que el objeto sexual del invertido es el contrario al del normal. La masturbación aparece muchas veces como fin exclusivo y las limitaciones del fin sexual son aquí mas frecuentes.
Existe un conjunto de individuos que eligen como objeto sexual a sujetos impúberes o animales constituyendo como casos aislados de aberración.
Con respecto a las desviaciones relativas al fin sexual, considerándose como fin sexual a la conjunción de los genitales ene l acto denominado coito que conduce a la solución de la tensión sexual y a la extinción temporal del instinto sexual. Centro de las transgresiones anatómicas se encuentra la supervaloración del objeto sexual; el empleo de las mucosas bucales y labiales; se considera como perversión cuando los labios o la lengua de una persona entran en contacto con los genitales de la otra; el empleo sexual del orificio anal; la importancia de otras partes del cuerpo; la sustitución inapropiada del objeto sexual (fetichismo). La aparición de los fines sexuales preliminares se empiezan a dar con la aparición de nuevos fines sexuales (acto sexual normal); tocamiento y contemplación que aumenta la excitación y fuente de placer que aportan las sensaciones del contacto con la epidermis del objeto sexual, la ocultación del cuerpo despierta la curiosidad sexual. El sadismo y masoquismo que es la tendencia a causar dolos al objeto sexual o ser maltratado por el es la mas importante de las perversiones y sus dos formas activa y pasiva respectivamente; pertenecen a los caracteres generales de la vida sexual. Estas dos formas activa y pasiva aparecen siempre conjuntamente en la misma persona, pero puede hallarse mas desarrolla en el individuo y constituir el carácter dominante de su actividad sexual. El sadismo comprende una posición activa y dominadora con respecto al objeto sexual tiene que ver con la satisfacción con la humillación y latito del mismo. El masoquismo reúne todas las actitudes pasivas con respecto a la vida erótica y al objeto sexual, tiene que ver con satisfacción con el voluntario padecimiento de dolor físico o anímico producido por el objeto sexual. El masoquismo no es otra cosa que una continuación del sadismo dirigida contra el propio yo.
Los síntomas se originan a costa de sexualidad anormal. La neurosis es el negativo de la perversión. El instinto sexual de los psiconeuróticos muestran todas las aberraciones como desviaciones de la vida sexual normal y manifestación de una vida sexual patológica. En la vida anímica inconsciente de todos los neuróticos puede comprobarse una tendencia a la inversión y a la fijación de la libido sobre personas del mismo sexo; esta tendencia inconsciente a la inversión no falta nunca en la histeria masculina. En el psiquismo inconsciente de los psiconeuróticos existen ya actúan todas aquellas tendencias a las extralimitaciones anatómicas. La formación de síntomas psiconeuróticos aparecen casi siempre formando pares antitéticos, esto es, los instintos de contemplación y de exhibición y el instinto pasivo y activo de crueldad, para la comprensión dolorosa de los síntomas. La transformación del amor en odio y de los sentimientos cariñosos en hostiles característicos en la neurosis y en la paranoia.
La fuente del instinto es un proceso excitante en un órgano y su fin esta en hacer cesar la excitación de dicho órgano. La importancia de las zonas erógenas como aparatos accesorios y subrogados de los genitales aparece en la histeria. En la neurosis obsesiva lo más singular es la importancia de los impulsos, sin embargo en el placer de contemplación y exhibición el ojo constituye una zona erógena y en los componentes de dolor y de crueldad del instinto sexual lo que adopta esta misión es la piel.
La disposición constitucional de los mismos los aproxima a la perversión. Es posible que la disposición constitucional de estos enfermos, además de una exagerada cantidad de represión sexual y una exagerada energía del instinto sexual, contenga una extraordinaria disposición perversa. En la mayoría de estos la enfermedad aparece después de la pubertad y bajo las exigencias de la vida sexual normal. Una constitución francamente orientada hacia la neurosis podrá prescindir del apoyo de las experiencias vividas y un suceso traumático podrá producir la neurosis en un individuo de constitución media
2.-LA SEXUALIDAD INFANTIL
Un estudio de las manifestaciones sexuales infantiles nos revelaría probablemente los rasgos esenciales del instinto sexual. Con respecto a la amnesia infantil, no puede existir una real desaparición de las impresiones infantiles; debe más bien tratarse de una amnesia análoga a aquella que comprobamos en los neuróticos y consiste en una mera exclusión de la conciencia. La amnesia infantil proporciona un punto de comparación entre el estado anímico del niño y del psiconeurótico, donde se encuentra que la sexualidad de los psiconeuróticos conserva la esencia infantil o ha retrocedido hasta ella. Sin la amnesia infantil puede decirse que no existiría la amnesia histérica.
El recién nacido trae consigo al mundo impulsos sexuales en germen que después de un periodo de desarrollo van sucumbiendo a una represión progresiva la cual puede ser interrumpida a su vez por avances regulares del desarrollo sexual o detenida por particularidades individuales. La vida sexual de los niños se manifiesta ya en una forma observable hacia los años tercero y cuarto.
Durante los periodos de latencia se constituyen los poderes anímicos que luego se oponen al instinto sexual y lo canalizan.
Se denomina sublimación al proceso donde las fuerzas instintivas sexuales son desviadas de sus fines sexuales y orientadas hacia otros distintos. Los impulsos sexuales de estos años infantiles serian inaprovechables, puesto que la función reproductora no ha aparecido todavía, circunstancia que constituye el carácter esencial del periodo de latencia.
Las manifestaciones de la sexualidad infantil son: el chupeteo del pulgar que consiste en una contacto succionador rítmicamente repetido y verificado con los labios, acto al que falta todo fin de absorción de alimento. Al mismo tiempo aparece a veces un instinto de aprehensión que se manifiesta por un simultáneo pellizcar rítmico del lóbulo de la oreja. La succión productora de placer esta ligada con un total embargo de la atención y conduce a conciliar el sueño o a una reacción motora de la naturaleza del orgasmo. Con frecuencia se combina con la succión productora de placer el frotamiento de determinadas partes del cuerpo de gran sensibilidad: el pecho o los genitales exteriores, muchos niños pasan así de la succión a la masturbación. Se considera al chupeteo como una de las “mañas” sexuales del niño y se considera al chupeteo como una manifestación sexual; el autoerotismo, es un instinto autoerótico que consiste en encontrar la satisfacción en el propio cuerpo. El acto de la succión esta determinado en la niñez por la búsqueda de un placer ya experimentado y recordado. La succión del pecho de la madre le ha hecho conocer, apenas nacido, este placer, los labios del niño se han conducido como una zona erógena, siendo, la excitación producida por la calida corriente de la leche la causa de la primera sensación de placer. En un principio la satisfacción de la zona erógena aparece asociada con la del hambre. Los niños que realizan el acto de la succión, es por la importancia erógena de la zona labial que se halla constitucionalmente reforzada. Si esta importancia se conserva estos niños, en su edad adulta están inclinados a besos perversos, a la bebida y al exceso en el fumar.
Existen zonas erógenas predestinadas, como en el chupeteo. Estas zonas erógenas son parte de la epidermis o de las mucosas en las cuales ciertos estímulos hacen surgir una sensación de placer de una determinada cualidad, la cualidad del estimulo influye mas en la producción de placer que el carácter de la parte del cuerpo correspondiente. En la neurosis, la represión recae principalmente sobre las zonas genitales y estas trasmiten su excitabilidad a las restantes zonas erógenas. Las zonas erógenas y las histerógenas muestran los mismos caracteres.
El fin sexual del instinto infantil consiste en hacer surgen la satisfacción por el estimulo apropiado de una zona erógena elegida de una u otra manera. Esta satisfacción tiene que haber sido experimentada anteriormente para dejar una necesidad de repetirla. El estado de necesidad que exige el retorno de la satisfacción se revela en dos formas distintas: por una peculiar sensación de tensión, que tiene un carácter displaciente, y por un estimulo, centralmente condicionado y proyectado en la zona erógena periférica.
Los niños que utilizan la excitabilidad erógena de la zona anal, lo revelan por el hecho de retardar el acto de la excreción, hasta que la acumulación de las materias fecales produce violentas contracciones musculares y su paso por el esfínter, una viva excitación de las mucosas. Naturalmente el niño no da importancia a ensucia su cuna o sus vestidos, y solo tiene cuidado de que al defecar no se le escape la sensación de placer accesoria. En los niños de mas edad no es nada raro hallar una excitación masturbatoria de la zona anal con ayuda de los dedos y provocada por un estimulo condicionado centralmente o mantenido.
Tanto en el sexo masculino como en el femenino se halla esta zona relacionada con la micción (pene, clítoris), y en los varones, encerrada en un saco mucoso, de manera que no le faltan estímulos, producidos por las secreciones que aviven tempranamente la excitación sexual. Las actividades sexuales de esta zona erógena constituyen el comienzo de la ulterior vida sexual normal. La situación anatómica, el contacto con las secreciones, los lavados y frotamientos de la higiene corporal y determinadas excitaciones accidentales hacen inevitable que la sensación de placer que puede emanar de esta parte del cuerpo se haga notar en los niños ya en su mas temprana infancia y despierte en ellos un deseo de repetición.
La masturbación del niño de pecho puede desaparecer como prolongarse hasta la pubertad. Generalmente antes del cuarto año, suele despertar nuevamente el instinto sexual de esta zona genital y conservarse hasta una nueva represión o continuar sin interrupción ninguna. Esta segunda actividad sexual infantil dejan en la memoria del individuo las más profundas huellas. La amnesia infantil normal esta ligada a esta actividad sexual infantil. La investigación consigue volver a traer a la conciencia lo olvidado y hacer desaparecer de esta manera una obsesión emanada de este material psíquico inconsciente.
Es indudable que en los niños no es necesaria la corrupción o seducción para que en ellos se despierte la vida sexual, pues esta puede surgir espontáneamente por causas interiores.
Bajo la influencia de la seducción puede el niño hacerse polimorficamente perverso, es decir, ser inducido a toda clase de extralimitaciones sexuales. La adquisición de las perversiones y su práctica encuentran, por tanto en él muy pequeñas resistencias, porque los diques anímicos contra las extralimitaciones sexuales, o sea el pudor, la repugnancia y la moral, no están aun constituidas en esta época de la vida infantil o su desarrollo es muy pequeño. La vida sexual infantil entraña tendencias orientadas hacia un objeto sexual exterior .a este orden pertenecen los instintos de contemplación, exhibición y crueldad, que mas tarde se enlazaran estrechamente a la vida genital, pero que existen ya en la infancia, aunque con plena independencia de la actividad sexual erógena. El niño carece en absoluto de pudor y encuentra en determinados años de su vida un inequívoco placer en desnudar su cuerpo, haciendo resaltar especialmente sus órganos genitales. La contrapartida de esta tendencias consideraba perversas es la curiosidad por ver los genitales de otras personas y aparece en años infantiles algo posteriores. Bajo la influencia de la seducción, la curiosidad perversa puede alcanzar una gran importancia en la vida sexual del niño. El instinto de contemplación puede surgir en el niño como una manifestación sexual espontánea. La crueldad es algo que forma parte del carácter infantil, dado que aun no se ha formado en él el obstáculo que detiene al instinto de aprehensión ante el dolor de los demás; esto es, la capacidad de compadecer.. La impulsión cruel proviene del instinto de dominio y aparece en la vida sexual en una época en la cual los genitales no se han atribuido todavía su posterior papel. Por tanto, la crueldad predomina durante toda una fase de la vida sexual. Los niños que se distinguen por una especial crueldad contra los animales y contra sus compañeros de juego despiertan la sospecha de una intensa y temprana actividad sexual de las zonas erógenas. La falta de resistencia constituida por la compasión trae consigo el peligro de que esta conexión infantil de los instintos crueles con los erógenos se conserve inmutable durante toda la vida.
El instinto del saber, aparecen en el niño del tercer al quinto año, donde la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento. Esta actividad corresponde a una aprehensión sublimada, y por otro, actúa con la energía del placer de contemplación. El instinto del saber infantil es atraído por los problemas sexuales en edad sorprendentemente temprana y con insospechada intensidad.
Las formaciones sustitutivas de este pene, que el niño supone perdido en la mujer, juegan en la morfología de numerosas y diversas perversiones un importantísimo papel. En el niño existe la hipótesis de que ambos sexos poseen el mismo aparato genital y reconoce el clítoris femenino como un verdadero equivalente del pene. La niña no crea una teoría parecida al ver los órganos genitales del niño diferentes de los suyos, lo que hace es sucumbir a la envidia del pene, que culmina en el deseo, muy importante por sus consecuencias, de ser también un muchacho.
Teorías sobre el nacimiento. Muchos hombres recuerdan el haberse interesado por la procedencia de los niños. Existen muchas soluciones anatómicas como: los niños salen del pecho, son sacados cortando el cuerpo de la mujer o surgen abriéndose paso por el ombligo; otra teoría infantil es que los niños se conciben al comer alguna cosa determinada y nacen saliendo del intestino como en el acto excrementicio.
Cuando los niños son espectadores, en edad temprana, del acto sexual entre los adultos, no pueden por menos de considerar el acto sexual como una especie de maltratado o del abuso de poder; esto es, en un sentido sádico. Estos niños se ocupan en querer saber en que consiste aquel acto o en que consiste estar casado y buscan la solución del misterio.
Las teorías sexuales infantiles son imágenes de la propia constitución sexual del niño. La investigación infantil permanecen infructuosos terminan en una renuncia que produce muchas veces una interrupción duradera del instinto de saber.
Se denomina pregenitales a aquellas organizaciones de la vida sexual en las cuales las zonas genitales no han llegado todavía a su papel predominante. La primera de estas organizaciones sexuales pregenitales es la oral, aquí no esta separada de la absorción de alimentos y el fin sexual consiste en la asimilación del objeto. La segunda fase pregenital es la de la organización sádico-anal, esta actividad esta representada por el instinto de aprehensión y como órgano con fin sexual pasivo aparece principalmente la mucosa intestinal erógena. Para ambas tendencias existen objetos diferentes.
Puede considerarse como un fenómeno típico el que la elección de objeto se verifique en dos fases: la primera comienza en los años que van del segundo al quinto, es detenida o forzada a una regresión por la época de latencia y se caracteriza por la naturaleza infantil de sus fines sexuales; la segunda comienza con la pubertad y determina la constitución definitiva de la vida sexual. La elección de objeto en la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y comenzar de nuevo como corriente sensual.
La excitación sexual se origina: a) como formación consecutiva a una satisfacción experimentada en conexión con otros procesos orgánicos; b) por un apropiado estimulo periférico de las zonas erógenas; y c) como manifestación de ciertos instintos, como el instinto de contemplación y el de crueldad.
La producción de la excitación, producen tres clases de efectos estimulantes: sobre el aparato sensorial de los nervios vestibulares, sobre la piel y sobre partes más profundas que son los músculos y las articulaciones.
La actividad muscular es para los niños una necesidad de cuya satisfacción extraen un placer extraordinario. En la producción de la excitación sexual por la actividad muscular se hallara quizá una de las raíces del instinto sádico. Para muchos individuos la conexión entre la lucha y la excitación sexual codetermina la posterior orientación preferida de su instinto sexual. Los procesos afectivos intensos, hasta las mismas excitaciones aterrorizante, se extienden hasta el dominio de la sexualidad, hecho que puede constituir asimismo una aportación a la inteligencia del efecto patógeno de tales emociones.
La concentración de la atención en un trabajo intelectual y en general toda tensión anímica, tienen por consecuencia una coexcitación sexual en muchos hombres, tanto adolescentes como adultos.
3.-LA METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD
Con la llegada de la pubertad comienzan las transformaciones que han de llevar la vida sexual infantil hacia su definitiva constitución normal. El instinto sexual, hasta entonces predominantemente autoerótico, encuentra por fin el objeto sexual. Ahora aparece un nuevo fin sexual, al paso de las zonas erógenas se subordinan a la primacía de la zona genital, dado que el nuevo fin sexual determina funciones diferentes para cada uno de los dos sexos, las evoluciones sexuales respectivas divergirán considerablemente. La del hombre es la más consecuente y la más asequible a nuestro conocimiento, mientras que en la mujer aparece una especie de regresión. El nuevo fin sexual en el hombre es la consecución del placer. El instinto sexual se pone ahora al servicio de la función reproductora. Aparece también que el peligro de perturbaciones morbosas por defectuosa constitución de estos nuevos órdenes. Todas estas perturbaciones morbosas de la vida sexual pueden considerarse justificadamente como inhibición del desarrollo.
Lo esencial en los procesos de la pubertad es el manifiesto crecimiento de los genitales exteriores que durante el periodo de latencia quedo interrumpido. Al mismo tiempo el desarrollo de los genitales internos ha avanzado tanto que pueden ser capaces de proporcionar productos sexuales, o en el sexo femenino, acogerlos para la formación de un nuevo ser.
La tensión provocada por los procesos sexuales aparece siempre acompañada de placer, incluso las modificaciones preparatorias del aparato genital traen consigo una especie de placer.
La tensión de la libido se extingue temporalmente por una descarga que constituye el placer de mayo intensidad que se da con el brote de la materia seminal. El placer producido por la excitación de las zonas erógenas denominado placer preliminar, es el mismo que ya hubieron de provocar los instintos sexuales infantiles. El placer final es nuevo que aparece en la pubertad.
La descarga de las materias sexuales pone fin a la excitación sexual. En una vida sexual continente acostumbra el aparato sexual descargarse de la materia sexual en periodos variables, descarga que va acompañada de una sensación de placer y tiene lugar durante una alucinación onírica nocturna, cuyo contenido es el acto sexual (polución nocturna). Cuando el acopio de semen se agota, no solo es imposible la ejecución del acto sexual, sino que también falla la excitabilidad de las zonas erógenas, cuyo apropiado estimulo es incapaz entonces de producir placer. Para la excitabilidad de las zonas erógenas es imprescindible un determinado grado de tensión sexual, la acumulación de las materias sexuales crea y mantiene la tensión sexual quizá por el hecho de que la presión de estos productos sobre las paredes de los continentes actúa como estimulo sobre un centro medular, el cual transmite su excitación a centros superiores, surgiendo entonces en la conciencia la sensación de tensión.
Es muy conocido que enfermedades que han destruido la producción de células sexuales masculinas han dejado intactas la libido y la potencia del individuo, no produciendo en el mismo más efecto que la esterilidad. La castración efectuada en épocas anteriores a la pubertad se acerca a una desaparición de los caracteres sexuales, puede influir también la perdida de las glándulas sexuales. En la parte intersticial de las glándulas seminales se producen materias químicas especiales que son acogidas por la corriente sanguínea, produciendo la carga de tensión sexual de determinadas partes del sistema nervioso central.
El concepto de la libido como una fuerza cuantitativamente variable que permite medir los procesos y las transformaciones de la excitación sexual, también se le atribuye un carácter cualitativo. La libido del yo o libido narcisito aparece como una gran represa de la cual parten las corrientes de revestimiento del objeto y a la cual retornan. El revestimiento del yo por la libido narcisito se nos muestra como el estado original, que aparece en la primera infancia y es encubierto por las posteriores emanaciones de la libido, pero que en realidad permanece siempre latente detrás de las mismas.
El desarrollo de los diques sexuales (pudor, repugnancia, compasión etc.) aparece en las niñas mas tempranamente y encontrando una resistencia menor que en los niños. En las niñas es mucho mayor la inclinación a la represión sexual, y cuando surgen en ellas instintos parciales de la sexualidad escogen con preferencia la forma pasiva. La actividad autoerótica de las zonas erógenas es en ambos sexos la misma.
En la niña la zona erógena directiva es el clítoris, en el niño la zona erógena directiva masculina es el glande. La pubertad que produce en el niño aquel grave avance de la libido, se caracteriza en la niña por una nueva ola de represión que recae precisamente sobre la sexualidad clitoridiana. Con el grado de la libido se eleva entonces también la sobrevaloración sexual, que recae con toda su fuerza en la mujer que se niega al hombre y rechaza su propia sexualidad.
Durante todo el periodo de latencia aprende el niño a amar a las personas que satisfacen sus necesidades y le auxilian en su carencia de adaptación a la vida. La relación del niño con dichas personas es para él una inagotable fuente de excitación sexual y de satisfacción de las zonas erógenas. La madre con su ternura despierta el instinto sexual de su hijo y prepara su posterior intensidad. Un exceso de ternura materna quizá sea perjudicial para el niño por acelerar su madurez sexual, acostumbrándole mal y hacerle incapaz, en posteriores épocas de su vida, de renunciar temporalmente al amor o contentarse son una pequeña parte de él. Los niños que demuestran ser insaciables en su demanda de ternura materna presentan con ello uno de los más claros síntomas de futura nerviosidad.
La angustia de los niños no es, en un principio, mas una manifestación de que echan de menos la presencia de la persona querida. Así, experimentan miedo ante personas desconocidas y se asustan de la oscuridad porque en ella no ven a la persona amada; tranquilizándose cuando esta les coge de la mano.
Los mas fácil para el niño será elegir, como objeto sexual, a aquellas mismas personas a las que ha amado y ama desde su niñez. La elección de objeto es llevada a cabo al principio tan solo imaginativamente. En los niños la atracción de los sexos se da, del hijo por la madre y de la hija por el padre. Las reacciones psíquicas más importantes y también más dolorosas de la pubertad es la liberación del individuo de la autoridad de sus padres. El amor hacia los padres, aparentemente asexual y el amor sexual proceden de las mismas fuentes. En el caso de una persona que ha enfermado después de una desgraciada experiencia erótica, el mecanismo de tal aparición de la enfermedad es el retorno de su libido a las personas que prefirió durante su infancia.
El hombre busca en su objeto sexual la semejanza con aquella imagen de su madre que en su más temprana edad quedo impresa en su memoria.
Parece favorecer la homosexualidad, la educación del niño por personas masculinas.
Con respecto a las desviaciones respecto al objeto sexual, se refiere a las personas que tienen como objeto sexual a una persona del mismo sexo, a quienes se les denomina homosexuales o invertidos, que como primer juicio era un signo congénito de degeneración nerviosa. Existen los invertidos absolutos, quienes tienen como objeto sexual a personas de su mismo sexo, nunca el sexo opuesto, son incapaces de realizar el acto sexual normal o no experimentan placer. Los invertidos anfígenos, tienen como objeto sexual a uno u otro sexo. Los invertidos ocasionales, pueden tener como objeto sexual a una persona de su mismo sexo y hallar satisfacción en el acto sexual con ella. Se puede ver desde dos puntos de vista: degeneración e innatismo. La primera se da por influencias accidentales que pueden explicar la adquisición, siendo todos los síntomas psicopatológicos que no son de origen traumático o infeccioso y la segunda donde una persona trae ya establecido al nacer la conexión de su instinto sexual con un objeto sexual predeterminado, se ha considerado para los invertidos absolutos que no han tenido otra distinta dirección del instinto sexual; una opinión contraria a esta es que la inversión es un carácter adquirido del instinto sexual. La bisexualidad señala que el ser humano puede ser hombre o mujer, existiendo un hermafroditismo anatómico y otro psíquico. En los invertidos se puede encontrar una disminución del instinto sexual y ligeras atrofias anatómicas de los órganos. La teoría del hermafroditismo psíquico supone que el objeto sexual del invertido es el contrario al del normal. La masturbación aparece muchas veces como fin exclusivo y las limitaciones del fin sexual son aquí mas frecuentes.
Existe un conjunto de individuos que eligen como objeto sexual a sujetos impúberes o animales constituyendo como casos aislados de aberración.
Con respecto a las desviaciones relativas al fin sexual, considerándose como fin sexual a la conjunción de los genitales ene l acto denominado coito que conduce a la solución de la tensión sexual y a la extinción temporal del instinto sexual. Centro de las transgresiones anatómicas se encuentra la supervaloración del objeto sexual; el empleo de las mucosas bucales y labiales; se considera como perversión cuando los labios o la lengua de una persona entran en contacto con los genitales de la otra; el empleo sexual del orificio anal; la importancia de otras partes del cuerpo; la sustitución inapropiada del objeto sexual (fetichismo). La aparición de los fines sexuales preliminares se empiezan a dar con la aparición de nuevos fines sexuales (acto sexual normal); tocamiento y contemplación que aumenta la excitación y fuente de placer que aportan las sensaciones del contacto con la epidermis del objeto sexual, la ocultación del cuerpo despierta la curiosidad sexual. El sadismo y masoquismo que es la tendencia a causar dolos al objeto sexual o ser maltratado por el es la mas importante de las perversiones y sus dos formas activa y pasiva respectivamente; pertenecen a los caracteres generales de la vida sexual. Estas dos formas activa y pasiva aparecen siempre conjuntamente en la misma persona, pero puede hallarse mas desarrolla en el individuo y constituir el carácter dominante de su actividad sexual. El sadismo comprende una posición activa y dominadora con respecto al objeto sexual tiene que ver con la satisfacción con la humillación y latito del mismo. El masoquismo reúne todas las actitudes pasivas con respecto a la vida erótica y al objeto sexual, tiene que ver con satisfacción con el voluntario padecimiento de dolor físico o anímico producido por el objeto sexual. El masoquismo no es otra cosa que una continuación del sadismo dirigida contra el propio yo.
Los síntomas se originan a costa de sexualidad anormal. La neurosis es el negativo de la perversión. El instinto sexual de los psiconeuróticos muestran todas las aberraciones como desviaciones de la vida sexual normal y manifestación de una vida sexual patológica. En la vida anímica inconsciente de todos los neuróticos puede comprobarse una tendencia a la inversión y a la fijación de la libido sobre personas del mismo sexo; esta tendencia inconsciente a la inversión no falta nunca en la histeria masculina. En el psiquismo inconsciente de los psiconeuróticos existen ya actúan todas aquellas tendencias a las extralimitaciones anatómicas. La formación de síntomas psiconeuróticos aparecen casi siempre formando pares antitéticos, esto es, los instintos de contemplación y de exhibición y el instinto pasivo y activo de crueldad, para la comprensión dolorosa de los síntomas. La transformación del amor en odio y de los sentimientos cariñosos en hostiles característicos en la neurosis y en la paranoia.
La fuente del instinto es un proceso excitante en un órgano y su fin esta en hacer cesar la excitación de dicho órgano. La importancia de las zonas erógenas como aparatos accesorios y subrogados de los genitales aparece en la histeria. En la neurosis obsesiva lo más singular es la importancia de los impulsos, sin embargo en el placer de contemplación y exhibición el ojo constituye una zona erógena y en los componentes de dolor y de crueldad del instinto sexual lo que adopta esta misión es la piel.
La disposición constitucional de los mismos los aproxima a la perversión. Es posible que la disposición constitucional de estos enfermos, además de una exagerada cantidad de represión sexual y una exagerada energía del instinto sexual, contenga una extraordinaria disposición perversa. En la mayoría de estos la enfermedad aparece después de la pubertad y bajo las exigencias de la vida sexual normal. Una constitución francamente orientada hacia la neurosis podrá prescindir del apoyo de las experiencias vividas y un suceso traumático podrá producir la neurosis en un individuo de constitución media
2.-LA SEXUALIDAD INFANTIL
Un estudio de las manifestaciones sexuales infantiles nos revelaría probablemente los rasgos esenciales del instinto sexual. Con respecto a la amnesia infantil, no puede existir una real desaparición de las impresiones infantiles; debe más bien tratarse de una amnesia análoga a aquella que comprobamos en los neuróticos y consiste en una mera exclusión de la conciencia. La amnesia infantil proporciona un punto de comparación entre el estado anímico del niño y del psiconeurótico, donde se encuentra que la sexualidad de los psiconeuróticos conserva la esencia infantil o ha retrocedido hasta ella. Sin la amnesia infantil puede decirse que no existiría la amnesia histérica.
El recién nacido trae consigo al mundo impulsos sexuales en germen que después de un periodo de desarrollo van sucumbiendo a una represión progresiva la cual puede ser interrumpida a su vez por avances regulares del desarrollo sexual o detenida por particularidades individuales. La vida sexual de los niños se manifiesta ya en una forma observable hacia los años tercero y cuarto.
Durante los periodos de latencia se constituyen los poderes anímicos que luego se oponen al instinto sexual y lo canalizan.
Se denomina sublimación al proceso donde las fuerzas instintivas sexuales son desviadas de sus fines sexuales y orientadas hacia otros distintos. Los impulsos sexuales de estos años infantiles serian inaprovechables, puesto que la función reproductora no ha aparecido todavía, circunstancia que constituye el carácter esencial del periodo de latencia.
Las manifestaciones de la sexualidad infantil son: el chupeteo del pulgar que consiste en una contacto succionador rítmicamente repetido y verificado con los labios, acto al que falta todo fin de absorción de alimento. Al mismo tiempo aparece a veces un instinto de aprehensión que se manifiesta por un simultáneo pellizcar rítmico del lóbulo de la oreja. La succión productora de placer esta ligada con un total embargo de la atención y conduce a conciliar el sueño o a una reacción motora de la naturaleza del orgasmo. Con frecuencia se combina con la succión productora de placer el frotamiento de determinadas partes del cuerpo de gran sensibilidad: el pecho o los genitales exteriores, muchos niños pasan así de la succión a la masturbación. Se considera al chupeteo como una de las “mañas” sexuales del niño y se considera al chupeteo como una manifestación sexual; el autoerotismo, es un instinto autoerótico que consiste en encontrar la satisfacción en el propio cuerpo. El acto de la succión esta determinado en la niñez por la búsqueda de un placer ya experimentado y recordado. La succión del pecho de la madre le ha hecho conocer, apenas nacido, este placer, los labios del niño se han conducido como una zona erógena, siendo, la excitación producida por la calida corriente de la leche la causa de la primera sensación de placer. En un principio la satisfacción de la zona erógena aparece asociada con la del hambre. Los niños que realizan el acto de la succión, es por la importancia erógena de la zona labial que se halla constitucionalmente reforzada. Si esta importancia se conserva estos niños, en su edad adulta están inclinados a besos perversos, a la bebida y al exceso en el fumar.
Existen zonas erógenas predestinadas, como en el chupeteo. Estas zonas erógenas son parte de la epidermis o de las mucosas en las cuales ciertos estímulos hacen surgir una sensación de placer de una determinada cualidad, la cualidad del estimulo influye mas en la producción de placer que el carácter de la parte del cuerpo correspondiente. En la neurosis, la represión recae principalmente sobre las zonas genitales y estas trasmiten su excitabilidad a las restantes zonas erógenas. Las zonas erógenas y las histerógenas muestran los mismos caracteres.
El fin sexual del instinto infantil consiste en hacer surgen la satisfacción por el estimulo apropiado de una zona erógena elegida de una u otra manera. Esta satisfacción tiene que haber sido experimentada anteriormente para dejar una necesidad de repetirla. El estado de necesidad que exige el retorno de la satisfacción se revela en dos formas distintas: por una peculiar sensación de tensión, que tiene un carácter displaciente, y por un estimulo, centralmente condicionado y proyectado en la zona erógena periférica.
Los niños que utilizan la excitabilidad erógena de la zona anal, lo revelan por el hecho de retardar el acto de la excreción, hasta que la acumulación de las materias fecales produce violentas contracciones musculares y su paso por el esfínter, una viva excitación de las mucosas. Naturalmente el niño no da importancia a ensucia su cuna o sus vestidos, y solo tiene cuidado de que al defecar no se le escape la sensación de placer accesoria. En los niños de mas edad no es nada raro hallar una excitación masturbatoria de la zona anal con ayuda de los dedos y provocada por un estimulo condicionado centralmente o mantenido.
Tanto en el sexo masculino como en el femenino se halla esta zona relacionada con la micción (pene, clítoris), y en los varones, encerrada en un saco mucoso, de manera que no le faltan estímulos, producidos por las secreciones que aviven tempranamente la excitación sexual. Las actividades sexuales de esta zona erógena constituyen el comienzo de la ulterior vida sexual normal. La situación anatómica, el contacto con las secreciones, los lavados y frotamientos de la higiene corporal y determinadas excitaciones accidentales hacen inevitable que la sensación de placer que puede emanar de esta parte del cuerpo se haga notar en los niños ya en su mas temprana infancia y despierte en ellos un deseo de repetición.
La masturbación del niño de pecho puede desaparecer como prolongarse hasta la pubertad. Generalmente antes del cuarto año, suele despertar nuevamente el instinto sexual de esta zona genital y conservarse hasta una nueva represión o continuar sin interrupción ninguna. Esta segunda actividad sexual infantil dejan en la memoria del individuo las más profundas huellas. La amnesia infantil normal esta ligada a esta actividad sexual infantil. La investigación consigue volver a traer a la conciencia lo olvidado y hacer desaparecer de esta manera una obsesión emanada de este material psíquico inconsciente.
Es indudable que en los niños no es necesaria la corrupción o seducción para que en ellos se despierte la vida sexual, pues esta puede surgir espontáneamente por causas interiores.
Bajo la influencia de la seducción puede el niño hacerse polimorficamente perverso, es decir, ser inducido a toda clase de extralimitaciones sexuales. La adquisición de las perversiones y su práctica encuentran, por tanto en él muy pequeñas resistencias, porque los diques anímicos contra las extralimitaciones sexuales, o sea el pudor, la repugnancia y la moral, no están aun constituidas en esta época de la vida infantil o su desarrollo es muy pequeño. La vida sexual infantil entraña tendencias orientadas hacia un objeto sexual exterior .a este orden pertenecen los instintos de contemplación, exhibición y crueldad, que mas tarde se enlazaran estrechamente a la vida genital, pero que existen ya en la infancia, aunque con plena independencia de la actividad sexual erógena. El niño carece en absoluto de pudor y encuentra en determinados años de su vida un inequívoco placer en desnudar su cuerpo, haciendo resaltar especialmente sus órganos genitales. La contrapartida de esta tendencias consideraba perversas es la curiosidad por ver los genitales de otras personas y aparece en años infantiles algo posteriores. Bajo la influencia de la seducción, la curiosidad perversa puede alcanzar una gran importancia en la vida sexual del niño. El instinto de contemplación puede surgir en el niño como una manifestación sexual espontánea. La crueldad es algo que forma parte del carácter infantil, dado que aun no se ha formado en él el obstáculo que detiene al instinto de aprehensión ante el dolor de los demás; esto es, la capacidad de compadecer.. La impulsión cruel proviene del instinto de dominio y aparece en la vida sexual en una época en la cual los genitales no se han atribuido todavía su posterior papel. Por tanto, la crueldad predomina durante toda una fase de la vida sexual. Los niños que se distinguen por una especial crueldad contra los animales y contra sus compañeros de juego despiertan la sospecha de una intensa y temprana actividad sexual de las zonas erógenas. La falta de resistencia constituida por la compasión trae consigo el peligro de que esta conexión infantil de los instintos crueles con los erógenos se conserve inmutable durante toda la vida.
El instinto del saber, aparecen en el niño del tercer al quinto año, donde la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento. Esta actividad corresponde a una aprehensión sublimada, y por otro, actúa con la energía del placer de contemplación. El instinto del saber infantil es atraído por los problemas sexuales en edad sorprendentemente temprana y con insospechada intensidad.
Las formaciones sustitutivas de este pene, que el niño supone perdido en la mujer, juegan en la morfología de numerosas y diversas perversiones un importantísimo papel. En el niño existe la hipótesis de que ambos sexos poseen el mismo aparato genital y reconoce el clítoris femenino como un verdadero equivalente del pene. La niña no crea una teoría parecida al ver los órganos genitales del niño diferentes de los suyos, lo que hace es sucumbir a la envidia del pene, que culmina en el deseo, muy importante por sus consecuencias, de ser también un muchacho.
Teorías sobre el nacimiento. Muchos hombres recuerdan el haberse interesado por la procedencia de los niños. Existen muchas soluciones anatómicas como: los niños salen del pecho, son sacados cortando el cuerpo de la mujer o surgen abriéndose paso por el ombligo; otra teoría infantil es que los niños se conciben al comer alguna cosa determinada y nacen saliendo del intestino como en el acto excrementicio.
Cuando los niños son espectadores, en edad temprana, del acto sexual entre los adultos, no pueden por menos de considerar el acto sexual como una especie de maltratado o del abuso de poder; esto es, en un sentido sádico. Estos niños se ocupan en querer saber en que consiste aquel acto o en que consiste estar casado y buscan la solución del misterio.
Las teorías sexuales infantiles son imágenes de la propia constitución sexual del niño. La investigación infantil permanecen infructuosos terminan en una renuncia que produce muchas veces una interrupción duradera del instinto de saber.
Se denomina pregenitales a aquellas organizaciones de la vida sexual en las cuales las zonas genitales no han llegado todavía a su papel predominante. La primera de estas organizaciones sexuales pregenitales es la oral, aquí no esta separada de la absorción de alimentos y el fin sexual consiste en la asimilación del objeto. La segunda fase pregenital es la de la organización sádico-anal, esta actividad esta representada por el instinto de aprehensión y como órgano con fin sexual pasivo aparece principalmente la mucosa intestinal erógena. Para ambas tendencias existen objetos diferentes.
Puede considerarse como un fenómeno típico el que la elección de objeto se verifique en dos fases: la primera comienza en los años que van del segundo al quinto, es detenida o forzada a una regresión por la época de latencia y se caracteriza por la naturaleza infantil de sus fines sexuales; la segunda comienza con la pubertad y determina la constitución definitiva de la vida sexual. La elección de objeto en la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y comenzar de nuevo como corriente sensual.
La excitación sexual se origina: a) como formación consecutiva a una satisfacción experimentada en conexión con otros procesos orgánicos; b) por un apropiado estimulo periférico de las zonas erógenas; y c) como manifestación de ciertos instintos, como el instinto de contemplación y el de crueldad.
La producción de la excitación, producen tres clases de efectos estimulantes: sobre el aparato sensorial de los nervios vestibulares, sobre la piel y sobre partes más profundas que son los músculos y las articulaciones.
La actividad muscular es para los niños una necesidad de cuya satisfacción extraen un placer extraordinario. En la producción de la excitación sexual por la actividad muscular se hallara quizá una de las raíces del instinto sádico. Para muchos individuos la conexión entre la lucha y la excitación sexual codetermina la posterior orientación preferida de su instinto sexual. Los procesos afectivos intensos, hasta las mismas excitaciones aterrorizante, se extienden hasta el dominio de la sexualidad, hecho que puede constituir asimismo una aportación a la inteligencia del efecto patógeno de tales emociones.
La concentración de la atención en un trabajo intelectual y en general toda tensión anímica, tienen por consecuencia una coexcitación sexual en muchos hombres, tanto adolescentes como adultos.
3.-LA METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD
Con la llegada de la pubertad comienzan las transformaciones que han de llevar la vida sexual infantil hacia su definitiva constitución normal. El instinto sexual, hasta entonces predominantemente autoerótico, encuentra por fin el objeto sexual. Ahora aparece un nuevo fin sexual, al paso de las zonas erógenas se subordinan a la primacía de la zona genital, dado que el nuevo fin sexual determina funciones diferentes para cada uno de los dos sexos, las evoluciones sexuales respectivas divergirán considerablemente. La del hombre es la más consecuente y la más asequible a nuestro conocimiento, mientras que en la mujer aparece una especie de regresión. El nuevo fin sexual en el hombre es la consecución del placer. El instinto sexual se pone ahora al servicio de la función reproductora. Aparece también que el peligro de perturbaciones morbosas por defectuosa constitución de estos nuevos órdenes. Todas estas perturbaciones morbosas de la vida sexual pueden considerarse justificadamente como inhibición del desarrollo.
Lo esencial en los procesos de la pubertad es el manifiesto crecimiento de los genitales exteriores que durante el periodo de latencia quedo interrumpido. Al mismo tiempo el desarrollo de los genitales internos ha avanzado tanto que pueden ser capaces de proporcionar productos sexuales, o en el sexo femenino, acogerlos para la formación de un nuevo ser.
La tensión provocada por los procesos sexuales aparece siempre acompañada de placer, incluso las modificaciones preparatorias del aparato genital traen consigo una especie de placer.
La tensión de la libido se extingue temporalmente por una descarga que constituye el placer de mayo intensidad que se da con el brote de la materia seminal. El placer producido por la excitación de las zonas erógenas denominado placer preliminar, es el mismo que ya hubieron de provocar los instintos sexuales infantiles. El placer final es nuevo que aparece en la pubertad.
La descarga de las materias sexuales pone fin a la excitación sexual. En una vida sexual continente acostumbra el aparato sexual descargarse de la materia sexual en periodos variables, descarga que va acompañada de una sensación de placer y tiene lugar durante una alucinación onírica nocturna, cuyo contenido es el acto sexual (polución nocturna). Cuando el acopio de semen se agota, no solo es imposible la ejecución del acto sexual, sino que también falla la excitabilidad de las zonas erógenas, cuyo apropiado estimulo es incapaz entonces de producir placer. Para la excitabilidad de las zonas erógenas es imprescindible un determinado grado de tensión sexual, la acumulación de las materias sexuales crea y mantiene la tensión sexual quizá por el hecho de que la presión de estos productos sobre las paredes de los continentes actúa como estimulo sobre un centro medular, el cual transmite su excitación a centros superiores, surgiendo entonces en la conciencia la sensación de tensión.
Es muy conocido que enfermedades que han destruido la producción de células sexuales masculinas han dejado intactas la libido y la potencia del individuo, no produciendo en el mismo más efecto que la esterilidad. La castración efectuada en épocas anteriores a la pubertad se acerca a una desaparición de los caracteres sexuales, puede influir también la perdida de las glándulas sexuales. En la parte intersticial de las glándulas seminales se producen materias químicas especiales que son acogidas por la corriente sanguínea, produciendo la carga de tensión sexual de determinadas partes del sistema nervioso central.
El concepto de la libido como una fuerza cuantitativamente variable que permite medir los procesos y las transformaciones de la excitación sexual, también se le atribuye un carácter cualitativo. La libido del yo o libido narcisito aparece como una gran represa de la cual parten las corrientes de revestimiento del objeto y a la cual retornan. El revestimiento del yo por la libido narcisito se nos muestra como el estado original, que aparece en la primera infancia y es encubierto por las posteriores emanaciones de la libido, pero que en realidad permanece siempre latente detrás de las mismas.
El desarrollo de los diques sexuales (pudor, repugnancia, compasión etc.) aparece en las niñas mas tempranamente y encontrando una resistencia menor que en los niños. En las niñas es mucho mayor la inclinación a la represión sexual, y cuando surgen en ellas instintos parciales de la sexualidad escogen con preferencia la forma pasiva. La actividad autoerótica de las zonas erógenas es en ambos sexos la misma.
En la niña la zona erógena directiva es el clítoris, en el niño la zona erógena directiva masculina es el glande. La pubertad que produce en el niño aquel grave avance de la libido, se caracteriza en la niña por una nueva ola de represión que recae precisamente sobre la sexualidad clitoridiana. Con el grado de la libido se eleva entonces también la sobrevaloración sexual, que recae con toda su fuerza en la mujer que se niega al hombre y rechaza su propia sexualidad.
Durante todo el periodo de latencia aprende el niño a amar a las personas que satisfacen sus necesidades y le auxilian en su carencia de adaptación a la vida. La relación del niño con dichas personas es para él una inagotable fuente de excitación sexual y de satisfacción de las zonas erógenas. La madre con su ternura despierta el instinto sexual de su hijo y prepara su posterior intensidad. Un exceso de ternura materna quizá sea perjudicial para el niño por acelerar su madurez sexual, acostumbrándole mal y hacerle incapaz, en posteriores épocas de su vida, de renunciar temporalmente al amor o contentarse son una pequeña parte de él. Los niños que demuestran ser insaciables en su demanda de ternura materna presentan con ello uno de los más claros síntomas de futura nerviosidad.
La angustia de los niños no es, en un principio, mas una manifestación de que echan de menos la presencia de la persona querida. Así, experimentan miedo ante personas desconocidas y se asustan de la oscuridad porque en ella no ven a la persona amada; tranquilizándose cuando esta les coge de la mano.
Los mas fácil para el niño será elegir, como objeto sexual, a aquellas mismas personas a las que ha amado y ama desde su niñez. La elección de objeto es llevada a cabo al principio tan solo imaginativamente. En los niños la atracción de los sexos se da, del hijo por la madre y de la hija por el padre. Las reacciones psíquicas más importantes y también más dolorosas de la pubertad es la liberación del individuo de la autoridad de sus padres. El amor hacia los padres, aparentemente asexual y el amor sexual proceden de las mismas fuentes. En el caso de una persona que ha enfermado después de una desgraciada experiencia erótica, el mecanismo de tal aparición de la enfermedad es el retorno de su libido a las personas que prefirió durante su infancia.
El hombre busca en su objeto sexual la semejanza con aquella imagen de su madre que en su más temprana edad quedo impresa en su memoria.
Parece favorecer la homosexualidad, la educación del niño por personas masculinas.
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