Jean Piaget es el principal exponente del enfoque del desarrollo cognitivo. Se interesa por los cambios en la formación mental de la persona, desde el nacimiento hasta la madurez. Mantiene que el organismo humano tiene una organización interna característica que es responsable del modo único del funcionamiento del organismo, el cual no varía. También sostiene que por medio de las funciones invariantes el organismo adapta sus estructuras cognitivas.
Para Piaget la inteligencia es una adaptación. Según se va desarrollando el organismo, sus estructuras cognitivas cambian desde lo instintivo a través de los sensorio-motor a la estructura operativa del pensamiento del adulto y Piaget sostiene que estas tres formas de estructura cognitiva representan tres niveles del conocer. Por lo tanto, el conocimiento es un proceso mediante el cual se da sentido al entorno, es la adaptación activa al organismo mediante acciones externas. Este proceso de desarrollo esta marcado por una serie de etapas, donde su inicio y su terminación pueden variar. Pero cada etapa representa un modo diferente de enfrentarse al entorno. Piaget distingue cuatro periodos:
PRIMER PERIODO: PENSAMIENTO SENSORIOMOTOR
También podría llamarse pre-lingüístico por la ausencia de lenguaje verbal. Parte de una actividad puramente refleja, sin diferenciar entre el yo y el no-yo, llega a la formación de representaciones mentales de objetos, verdadero fundamento del futuro pensamiento.
Estadio 1: Conductas reflejas (0-l meses). No se entiende a los reflejos como respuestas aisladas a estímulos, sino que inician la cadena evolutiva, los “ejercicios reflejos", es decir aquellas actividades derivadas de acciones reflejas pero consolidadas porque sirven a algo, implica ya la formación de esquemas de asimilación. Como además los comportamientos resultantes se ajustan al medio (succionar exige la presencia de algún objeto succionable), ya es posible hablar una acomodación al ambiente. El comportamiento de succión, se extiende a diversos objetos y brinda al bebé una “clasificación” de su mundo en objetos succionables y no succionables.
Estadio 2: Experiencia y coordinación (1-4 meses). Los ejercicios reflejos comienzan a modificarse por acción de la experiencia, aunque todavía carecen de carácter intencional y de orientación hacia el medio. Se trata de una etapa en la que se dan por primera vez las llamadas reacciones circulares primarias, consistentes en la repetición de una respuesta recién adquirida. De tal manera dicha respuesta se fortalece y consolida en un esquema nuevo. Reacciones circulares primarias: repeticiones de una respuesta espontánea, movidas por la asimilación reproductiva o funcional.
Estadio 3: Acciones dirigidas a objetos con preintencionalidad (4-8 meses). La adquisición más notable de este estadio es la reacción circular secundaria. Se trata de la repetición de adaptaciones casuales que no habían sido anticipadas por el bebé antes de sucedidas pero que al producir un efecto "interesante" motivan su repetición. Es decir que ahora el niño no se ocupa solamente de sus propias actividades corporales, sino que se interesa en el efecto producido por ellas en el ambiente exterior.
Estadio 4: Intencionalidad (8-12 meses). Las reacciones circulares secundarias de la etapa anterior empiezan a coordinarse entre sí en totalidades más complejas que evidencian la existencia de la intencionalidad en las acciones. Conductas especificas como apartar un obstáculo para alcanzar un objeto deseado, donde se distingue entre medios y fines. Aprovecha ciertos signos anticipatorios (el niño llora cuando su madre se pone alguna prenda que habitualmente usa para salir de la casa). Hasta entonces el objeto novedoso pasaba inmediatamente a incorporarse en los esquemas preexistentes, ahora es precisamente lo novedoso del objeto lo que atrae la atención del pequeño quien prueba de realizar con él varias actividades (cogerlo, arrojarlo, succionarlo, etc.).
Estadio 5: experimentación en busca de nuevos medios (12-18 meses). A esta altura se incorporan al desarrollo intelectual las reacciones circulares terciarias, que incluyen variaciones, dejando en el observador la impresión de que se está produciendo una verdadera exploración de las potencialidades del objeto. Se descubren nuevos medios a través de una experimentación activa.
Estadio 6: representación e invento de soluciones (18 meses en adelante). La invención de nuevos medios ya no se logra a través de la acción sino de combinaciones mentales. El niño descubre que introduciendo un dedo en la pequeña abertura de una caja en la que su padre había guardado -delante de el- un objeto deseado por el niño, pudo tomar un extremo de ésta, y tirando de él, sacarla toda entera de su "escondite". Cuando se vuelve a guardar el objeto pero cerrando la caja de manera que el niño no puede introducir su índice hasta el extremo de la cadena, el, mirando la caja con gran atención, abre y cierra la boca varias veces, hasta que de pronto introdujo su dedo en la ranura, abrió más la caja y obtuvo su "trofeo". Pero el avance más llamativo de un niño en esta etapa es el logro de la formación de representaciones mentales.
El área intelectual se ve dominada por las "representaciones mentales". Y tales representaciones revelan la novedosa capacidad de distinguir entre significados y significantes. Un niño a quien se le muestra un objeto deseable para él, pero luego se lo esconde en dos lugares sucesivos, continúa buscándolo después de comprobar que no está en el primer escondite. Hasta poco tiempo antes buscaba en el lugar en que había visto desaparecer el objeto y luego renunciaba a su conducta exploratoria, pero ahora prosigue la búsqueda porque, a pesar de que aquél ya no lo impresiona sensorialmente, continúa presente en su mente: tiene una "representación mental" del mismo. Hemos llegado así a la adquisición fundamental: la "función simbólica".
SEGUNDO PERIODO: PENSAMIENTO PRE–OPERATORIO
El período pre-operatorio se extiende desde los 2 a los 7 años. En la etapa anterior aparecen los símbolos, mientras que en ésta se afianza la función simbólica. El niño pasa de la inteligencia práctica, basada en el ejercicio a la inteligencia representativa, basada en esquemas de acción internos y simbólicos a través de los signos, símbolos, etc. Esta nueva capacidad de crear y combinar representaciones libera el pensamiento del "aquí y ahora" propio de la inteligencia práctica. Es un sub-estadio; período de preparación de las operaciones concretas.
La inteligencia pre-operatoria, gracias a su capacidad simbólica es capaz de abarcar simultáneamente diferentes acontecimientos y situaciones. Es reflexiva, persigue el conocimiento como tal, ósea buscar el comprobar un fenómeno, clasificarlo. Actúa de manera mediada sobre la realidad (a través de signos y símbolos). Al ser representación de la realidad, puede volverse socializada y compartida. En este período de preparación que va desde la aparición de la función simbólica a la constitución de las operaciones concretas, Piaget distingue dos etapas:
Pensamiento simbólico y pre – conceptual: Se da el surgimiento de la función simbólica en sus diferentes manifestaciones. El pensamiento se basa en preconceptos o participaciones y en el razonamiento preconceptual o transducción.
Pensamiento intuitivo: Las representaciones se basan en configuraciones estáticas (próximas a la percepción). Los juicios se controlan a través de regulaciones intuitivas.
Preconceptos y transducción
Piaget habla de "preconceptos", haciendo referencia a las primeras nociones que el niño utiliza en la adquisición del lenguaje. Tienen la característica de estar a medio camino entre la generalidad propia del concepto y la individualidad de los elementos. Los niños de 2 o 3 años generalizan; ya que, su razonamiento a los preconceptos no llega a ser una verdadera deducción, es por tanto una transducción (un razonamiento que va de lo particular a lo particular). Entre los 2 y 4 años juegan un papel fundamental las asimilaciones directas entre situaciones basadas entre las semejanzas y metáforas que mas tarde utilizará el niño en sus descripciones y razonamientos. Esta importancia del pensamiento comparativo en la etapa pre–operatoria se manifiesta por la variedad y originalidad de las expresiones pseudo–metafóricas que tienen los niños.
Características del periodo pre – operatorio
Ausencia de equilibrio: Piaget caracteriza al desarrollo de la inteligencia como un equilibrio entre la asimilación y la acomodación. El pensamiento pre–operatorio carece de un equilibrio estable entre ambos mecanismos, es por lo tanto, un pensamiento inestable.
Experiencia mental: Piaget ha caracterizado el pensamiento pre–operatorio como una verdadera experiencia mental. Es representativo, es una forma de aprehender la realidad que tiende a estar más cerca de las acciones y de sus resultados que de construcciones más abstractas y esquemáticas.
Centración: La tendencia a centrarse en algunos de los aspectos de la situación, dejando de lado otros aspectos y provocando así una deformación del razonamiento, constituye una de las características más importantes del pensamiento pre–operatorio.
Irreversibilidad: Una cognición es reversible si es capaz de proseguir un cierto camino en un sentido, y hacerlo luego en sentido inverso para conectarse nuevamente con el punto de partida. Las cogniciones pre–operatorias no tienen la movilidad propia de los actos mentales reversibles.
Estatismo: El pensamiento pre–operatorio tiende a fijarse en los estados más que en las transformaciones. Esta imposibilidad de considerar los cambios fue desarrollada por Piaget en el estudio de imágenes mentales, el cual demuestra la dificultad que tienen los niños de 4 a 6 años para representar las transformaciones.
Egocentrismo: Tendencia a tomar su propio punto de vista como único, desechando a los demás, sentir y comprender todo a través de él mismo, siendo difícil distinguir lo que pertenece al mundo exterior y lo que pertenece a su visión subjetiva. Lo observamos en el habla, al hablar sólo de sí mismo, no interesarse por el punto de vista del otro. Son los frecuentes los monólogos de los niños, que muestran la existencia del habla egocéntrica. La incapacidad para considerar el punto de vista del otro y la tendencia a tomar el suyo como el único posible, está ligada a la tendencia que los mismos niños tienen a centrarse en un sólo aspecto de la realidad, el que están percibiendo, y su dificultad para considerar las transformaciones que permiten pasar de su punto de vista al de los otros.
TERCER PERIODO: PENSAMIENTO LOGICO-CONCRETO (OPERACIONES CONCRETAS)
Las operaciones concretas se consolidan entre los 6-7 años y entre los 11 – 12 años. En esta etapa evoluciona la inteligencia representativa. El paso del pensamiento intuitivo al operatorio supera el carácter cambiante, inestable y subjetivo del pensamiento pre–operatorio en el sentido de una mayor estabilidad, coherencia y movilidad. El pensamiento se vuelve verdaderamente lógico. La inteligencia sigue siendo una marcha progresiva hacia una mayor adaptación, en la que la asimilación y la acomodación juegan un papel primordial en el intercambio entre el sujeto y el entorno. La intuición es una acción interiorizada. Progresivamente las acciones interiorizadas que permanecían aisladas en la etapa anterior se integran en sistemas de acciones, en el sentido de que una acción puede compensar o anular a otra anteriormente ejecutada.
Si cualquier acción interiorizada integrada en un sistema de relaciones es una operación, psicológicamente existirá una gran variedad de operaciones según el ámbito de aplicación. Por ejemplo la operación de reunión puede aplicarse a clases (reunir la clase de las rosas y margaritas para constituir una clase de orden superior, la de las flores).
Además estas operaciones pueden aplicarse en el ámbito lógico – matemático (cuando se considera la diversidad de los objetos) o infra – lógico – espacio temporal (cuando se considera la constitución misma del objeto). Piaget distinguió en esta etapa las siguientes operaciones: clasificación, seriación, conservación numérica, adición partitiva, orden espacial, medición.
Estructura organizativa
Para Piaget la operación va siempre integrada en un sistema de otras operaciones, y es precisamente porque es susceptible de agruparse por lo que la intuición se vuelve operación. Esta agrupación entre operaciones posee cinco propiedades cognitivas que corresponden a cinco propiedades lógicas propias de una estructura lógica que Piaget denomina “agrupamiento”:
1. Dos acciones sucesivas pueden coordinarse en una sola (composición)
2. La acción se vuelve reversible (reversibilidad)
3. Un mismo resultado puede alcanzarse por dos caminos diferentes (asociatividad)
4. El retorno al punto de partida permite encontrar lo idéntico a sí mismo (identidad)
5. Reunir una clase consigo misma conduce a obtener la misma clase, mientras que añadir una unidad a una cantidad conduce a un nuevo resultado.
Descentración, conservación y reversibilidad
Esta tendencia de las operaciones a ser solidarias unas con otras se expresa por una característica global propia de la inteligencia operatoria: la descentración. Lo propio del pensamiento operatorio es poder seguir las transformaciones sucesivas de la realidad a través de todos los caminos posibles, y en vez de proceder de un punto de vista único, llegar a coordinar los diferentes puntos de vista. Por las mismas razones las acciones adquieren una propiedad importante, propiedad que marca una clara diferencia con las formas anteriores de inteligencia: la reversibilidad, mientras que las intuiciones, rígidas y centradas, se desenvuelven en sentido único; lo propio de las operaciones es poder desenvolverse de manera reversible.
Desfases
Las operaciones concretas están ligadas al presente inmediato, por tanto dependen de la acción y de la particularidad de las situaciones. Según la realidad que estructuren, su constitución será más o menos difícil. Así es que Piaget puso de manifiesto una serie de desfases temporales al estudiar la estructuración de nociones diferentes. El caso más claro es el de la conservación, ésta se logra en momentos diferentes según el contenido de que se trate. A través de diferentes estudios se ha llegado a la conclusión de que, la conservación de las cantidades aparece hacia los 7 – 8 años, la del peso hacia los 9 – 10 años y la del volumen hacia los 11 – 12 años. El orden de adquisición de los conocimientos se mantiene invariable. Las edades son aproximadas y lo más importante es poner el énfasis en las relaciones entre las adquisiciones cognitivas. Aquellas que relacionan adquisiciones de estadios diferentes son más fáciles de entender; no es posible acceder a la conservación a nivel representativo sin antes haber "conservado" el objeto a nivel práctico. Pero dentro de la misma etapa una misma adquisición puede producirse en momentos diferentes según se refiera a contenidos diferentes: es como que si cada adquisición fuese necesaria para que tuviesen lugar las otras más complejas.
CUARTO PERIODO: PENSAMIENTO LOGICO-FORMAL O HIPOTÉTICO DEDUCTIVO
Entre los once y los doce años, se produce una transformación fundamental en el pensamiento del niño, que marca el final con respecto a las operaciones construidas durante la segunda infancia: el paso del pensamiento concreto al pensamiento formal o hipotético-deductivo. Las operaciones formales son las mismas operaciones de la etapa anterior, pero aplicadas a hipótesis o proposiciones. El joven es capaz ahora de un pensamiento deductivo, es decir de construir hipótesis, reglas generales que luego aplica a la realidad, sin tomar en cuenta el objeto en particular. Se supera el mundo de lo real, para alcanzar el mundo de lo posible.
La apertura al mundo de los valores y la organización de un sistema de creencias y valores personales, se posibilita en esta etapa con el desarrollo de la reflexión libre y desligada de lo real. Se vuelve a dar un egocentrismo intelectual, como en la etapa de la lactancia, en que incorpora el mundo en una asimilación egocéntrica, sin lograr una acomodación a lo real. Sin embargo este es un egocentrismo con centro, es decir con conciencia de sí, que se manifiesta en a través de la creencia en la reflexión todopoderosa.
Esto posibilita una nueva actitud hacia la realidad, con una visión idealista del mundo, que va más allá de los valores de utilidad, trasciende el mundo de lo concreto y se orienta hacia el mundo de las ideas, de los valores. La imagen del mundo se amplia, abarcando no sólo lo externo, lo inmediato, sino que también la realidad psíquica interna.
Esto lleva una actitud crítica en relación a las personas y a sí mismo en términos de necesidades, motivaciones, sentimientos, creencias y principios. El joven analiza su rol en la vida, sus planes y metas personales, de acuerdo a una proyección en el tiempo, a la necesidad de dar sentido a su vida, esforzándose por construir un sentido de identidad congruente y autónomo. La identidad como la estructura del sí mismo construida por la persona internamente, se caracteriza por la organización dinámica de los impulsos, de las habilidades personales, creencias e historia personal.
Esto requiere integrar los roles de pertenencia familiar y social, con una perspectiva histórica, a la vez que realizar una búsqueda activa en el presente para ampliar su campo de experiencias, es buscar lo nuevo, la creatividad y la diversidad a través de la acción, para definir y descubrir sus motivos, normas, valores y principios, los que le darán el sentido de consistencia en el tiempo, la unidad del yo.Según Piaget, el adolescente se prepara para insertarse en la sociedad de los adultos por medio de proyectos, de programas de vida, de sistemas teóricos, de planes de reformas políticas o sociales. La adaptación real a la sociedad se logra cuando el adolescente pasa de la reflexión a la acción y realización de las ideas en la realidad en un marco social determinado. Esto implica el logro de la autonomía moral como una de las metas centrales del desarrollo de la identidad personal, que da trascendencia y estabilidad al sí mismo.
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